Pasión en Córdoba
San Juan de Letrán, la iglesia perdida en que germinaron devociones de Córdoba
Historia
El templo, parroquia desde 1954 a 1969, fue casa de la Virgen de Villaviciosa, del Señor de las Penitas de San Lorenzo y de la Santa Espina de Ánimas
La torre de San Lorenzo, centinela de la Ajerquía, se abre a las visitas

Si no fuera por la portada renacentista de piedra que queda adosada a una casa, San Juan de Letrán sería lo mismo que Santa Inés o Jesús y María: el recuerdo de un templo que sólo está ya en la toponimia.
En el cruce entre las calles Montero, Jesús del Calvario, San Juan de Palomares y Los Frailes se alzó durante más de cuatro siglos una pequeña iglesia o ermita que dejó huella en la religiosidad de la ciudad, y no poca.
Su origen está ligado a la hermandad de Nuestra Señora de Villaviciosa, que se había fundado en el siglo XV en la vecina parroquia de San Lorenzo para organizar las venidas a Córdoba de la imagen de esta advocación desde su ermita en la Sierra, antes del hurto y de su posterior veneración en la Catedral.
En 1528, cuenta Teodomiro Ramírez de Arellano en los 'Paseos por Córdoba', la Virgen de Villaviciosa ya tenía altar propio allí, y así continuó durante siglos.

La hermandad que rinde culto a la imagen confirma que en el siglo XVI se construyó el hospital de Nuestra Señora de Villaviciosa y que allí se veneró a su imagen, copia de la que está en la Catedral. Se fusionó con la hermandad de San Juan de Letrán y se agregó a esta basílica mayor de Roma, una de las más importantes de la cristiandad, y de allí tomó el templo su nombre.
De aquella época se conserva, encima de la portada, una hornacina con una imagen de San Juan Bautista en piedra, ahora protegida por una reja. Lleva en las manos el cordero de Dios, que anunció con su predicación.
La Virgen de Villaviciosa estaba allí en el siglo XIX, cuando Ramírez de Arellano encontró además un Crucificado que tenía la advocación de las Penas, y que parecía hecho «para otro sitio, porque le han acortado los brazos y está desproporcionado».

Había también una imagen de San Juan Bautista y otra de Cristo al recibir el Bautismo. De todas ellas había cuidado una hermandad que en aquel momento ya llevaba «muchos años» desaparecida. Era una iglesia de dos naves en la que había una reliquia de San Lorenzo.
No da noticia de una imagen de Cristo sentado en una piedra a la espera de la Crucifixión, pero en 1938 sí estaba allí para ser el punto de arranque de una cofradía de penitencia.
El Jueves Santo de ese año se reunió un grupo de cofrades, combatientes de la Guerra Civil y vecinos del barrio, en torno a esa imagen, que tenía la advocación e iconografía que se llama de Humildad y Paciencia.
Fue el germen de una cofradía que se constituyó al terminar la contienda, en 1939, y que empezó por una imagen de la Virgen a la que se daría el título de María Santísima de la Paz y Esperanza, primero en San Andrés y luego en Capuchinos.

Separó sus caminos de San Juan de Letrán, pero quedó el recuerdo de la advocación de Humildad y Paciencia, que sería la advocación de su futuro Cristo, bendecido en 1943, y que representa un momento anterior: el del expolio de las vestiduras. Como explica la corporación en su página web, no se pudo conseguir la propiedad de la imagen de San Juan de Letrán.
Fueron los tiempos de más actividad para la ermita, que en 1954 comenzó a ser parroquia ante el crecimiento de la ciudad por la zona oriental . Así lo dispuso el obispo Fray Albino, aunque no fue por mucho tiempo: en 1969 se creó la nueva parroquia de Nuestra Señora de Gracia, regida por los padres Trinitarios en su convento.
San Juan de Letrán cerró para siempre en 1974 y de ella apenas queda ya la portada y no la espadaña que aparece en las fotografías antiguas.

Sin embargo, aún dejaría más huellas en la religiosidad popular. La Virgen de Villaviciosa volvió a San Lorenzo, donde ahora sigue, y continuó allí su antigua devoción. A la parroquia fue también el que muchos llamaban en el barrio como Señor 'de las Penitas', que había encendido la llama para la fundación de la Paz. Ambos están a muy pocos metros.
Llegó además una reliquia de la Santa Espina que desde entonces figura en el paso del Cristo del Remedio de Ánimas cada Lunes Santo y se venera en San Lorenzo. Pertenecía a una familia y ya allí estaba en el mismo relicario barroco. Tiene una oración propia, que se puede conocer en la iglesia, y también va en la procesión del Corpus de la cofradía.

La pequeña ermita desaparecida todavía conserva huellas en la religiosidad popular de Córdoba. Por allí pasa a la vuelta el Señor Rescatado cada Domingo de Ramos y la Virgen de Villaviciosa en su procesión de septiembre.
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